El plástico es uno de los materiales que más controversia provoca en el entorno actual. La falta de normativa en el siglo XX hizo que ciertos elementos que forman parte de su formulación no se evaluaran para determinados usos como en la alimentación. Actualmente, dado el aumento de uso del plástico como contenedor de muchos productos alimentarios, la normativa es enormemente restrictiva para garantizar su inocuidad y evitar que el consumidor se vea perjudicado con migraciones de partículas de los envases a los alimentos.
La migración es un proceso físico por el cual ciertos componentes de los envases se desplazan a través de su estructura hasta la superficie de la lámina, pudiendo entrar en contacto con el alimento envasado modificando su sabor o, en ciertos casos, hasta ser perjudiciales para la salud.
Las migraciones que pueden ocurrir con mayor frecuencia en la fabricación de bandejas para alimentación son:
- Monómeros residuales. En los procesos de polimerización siempre queda una pequeña cantidad de monómero sin reaccionar que permanece en el producto final. Este tipo de migración se ha reducido considerablemente gracias a la modernización de los reactores de polimerización que, mediante vacío y absorción de los monómeros, reducen su concentración hasta ser casi despreciable, aunque esta depende de cada tipo de polímero y de cada fabricante.
- Otra posible migración es la de aditivos que se utilizan en la fabricación de los envases, tales como pigmentos, productos antiblocking, antiestáticos o modificadores de impacto, agentes compatibilizantes, adhesivos y plastificantes.
- Y, por último, pueden migrar sustancias presentes en materias primas de mala calidad o materiales reciclados procedentes de posconsumo.
¿Cómo se pueden evitar las migraciones en los diferentes procesos?
La migración de estos compuestos al alimento depende de varios factores, siendo los más relevantes la temperatura, el tipo de alimento, el tiempo de exposición o contacto entre el envase y el alimento, o el pH. Es importante por tanto asegurarse de que el fabricante controla los procesos de fabricación y que entiende la problemática de la migración para minimizar su ocurrencia.
- En el proceso de co-extrusión los cabezales deben ser muy eficientes ya que es allí donde los polímeros que trabajan a diferentes temperaturas y donde se pueden producir migraciones de los que necesitan menor temperatura para hacerlo. Esto ocurre porque el cabezal alcanza la temperatura del polímero que necesita más temperatura para fluir.
- En el termoformado la migración se produce si las temperaturas o los tiempos de formado son excesivos y no se controlan debidamente.
- Los tratamientos calóricos posteriores a la fabricación del envase, como la esterilización o pasteurización, pueden provocar migraciones si se usan materiales no adecuados. Por ejemplo, si se usa un PE para sellado antes de realizar una esterilización, ya que a 120º el PE LD prácticamente se funde pudiendo pasar al producto; o utilizar demasiado copolímero en láminas para esterilización en lugar de homopolímero.
Todos estos factores se pueden controlar en los procesos de fabricación, que además se complementan con análisis de migración posteriores para demostrar la conformidad del material, utilizando simulantes y verificando que se cumplen los límites de migración específica para determinadas sustancias, y los límites de migración global para el conjunto de sustancias.
En Biblox somos especialistas en la fabricación de envases para el sector de la alimentación y realizamos un control exhaustivo sobre nuestros procesos para evitar las migraciones que puedan perjudicar las marcas con las que trabajamos. Porque entendemos que, además de ser un tema de salud pública, la reputación es uno de los activos de nuestros clientes.